Contrariamente a la creencia popular, hay innumerables mujeres en la Biblia, y están por todas partes. A veces en primer plano, a veces en segundo plano, participan y actúan plenamente en la historia que Dios está haciendo, una historia que Dios está haciendo con los hombres y las mujeres de Israel. Los relatos nunca las circunscriben a una única "categoría" de mujeres: son madres, viudas, guerreras, profetisas, reinas, prostitutas... Los relatos tampoco las juzgan de forma generalizada y unilateral: pueden ser sabias, seductoras, salvadoras, orantes, malvadas, pecadoras, justas... Dicho de otro modo, la Biblia no formula una definición de la mujer perfecta, como tampoco emitiría un juicio acusatorio y desconfiado sobre las mujeres en general. La Biblia hace algo muy distinto: cuenta historias. Cuenta la vida de hombres y mujeres que se dejaron arrastrar a la gran aventura de la Revelación. Como resultado, estas historias son necesariamente abigarradas. No hay dos personajes iguales. Por eso es preciso acoger, a través de estos variados retratos, la meditación que los escritores bíblicos nos ofrecen sobre Dios, sobre la humanidad y sobre la vida en sociedad.