Hay un extraño icono en el muro entre Belén y Jerusalén. Conocemos las circunstancias en las que se levantó este muro y el sufrimiento que causa a tantos hombres y mujeres. Lo que queda es la fe de María, hija de Israel, como icono de la fuerza silenciosa que un día hará caer este muro...
En el lugar donde se encuentra el icono, dentro del muro del lado de Belén, el muro divide en dos lo que fue la propiedad de las monjas del Emmanuel. Las hermanas tenían este icono escrito como signo de su resistencia en la fe y su esperanza de que un día haya paz entre los pueblos que viven en Israel. Debajo de la Virgen hay una puerta por la que se ve la ciudad de la paz, Jerusalén.
¡Qué alegría cuando me dijeron: | «Vamos a la casa del Señor»!2Ya están pisando nuestros pies | tus umbrales, Jerusalén.3Jerusalén está fundada | como ciudad bien compacta.4Allá suben las tribus, | las tribus del Señor, | según la costumbre de Israel, | a celebrar el nombre del Señor;5en ella están los tribunales de justicia, | en el palacio de David.6Desead la paz a Jerusalén: | «Vivan seguros los que te aman,7haya paz dentro de tus muros, | seguridad en tus palacios».8Por mis hermanos y compañeros, | voy a decir: «La paz contigo».9Por la casa del Señor, nuestro Dios, | te deseo todo bien. (Salmo 122,121)
¿Por qué invocar a María en este lugar? Los árabes cristianos y musulmanes que viven en Belén invocan y rezan a María. Sobre todo, ¿no es María una hija de Israel? Como figura de la Iglesia, es también la madre del pueblo de Dios, ese pueblo sin fronteras que aspira a unir a todos los hombres como hermanos de Cristo, hijos del mismo Padre.
Este icono evoca quizás una fuerza silenciosa. La verdadera fuerza no hace ruido y nunca utiliza la violencia. María encarna la lucha silenciosa de tantos hombres y mujeres cuyas batallas e injusticias el mundo ignora. La paciencia y la perseverancia vencerán (algún día) la injusticia. Recemos por esta intención con las palabras sugeridas por las hermanas del Emmanuel:
Santísima Madre de Dios, Te invocamos como Madre de la Iglesia, Madre de todos los cristianos que sufren.
Te rogamos, por tu ardiente intercesión para derribar este muro, los muros de nuestros corazones, y todos los muros que generan odio, violencia, miedo e indiferencia entre los hombres y entre los pueblos.
Tú que con tu Fiat aplastaste a la antigua serpiente reúnenos y únenos bajo tu manto virginal, protégenos de todo mal, y abre para siempre en nuestras vidas la puerta de la Esperanza.
Haz nacer en nosotros y en este mundo la civilización del Amor de la Cruz y la Resurrección de tu divino Hijo, Jesucristo, nuestro Salvador, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Emanuelle Pastore
Cuando estuve ahi en julio de 2019, la parte inferior del icono con la vista de Jerusalén ya había sido borrada.
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