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El enigma de la higuera

Un pequeño y misterioso episodio del Evangelio de Juan contiene una curiosidad: la de una higuera bajo la cual se dice que Jesús vio a Natanael. Natanael da a este hecho una importancia que podría parecer excesiva: la visión bajo la higuera sería suficiente para atestiguar que Jesús es "Hijo de Dios". Hay que admitir que la lógica de este texto no es clara a primera vista...

43 Al día siguiente, Jesús decidió partir hacia Galilea. Encontró a Felipe y le dijo: "Sígueme". 44 Felipe era de Betsaida, la aldea de Andrés y Pedro. 45 Felipe encontró a Natanael y le dijo: "Al que está escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas, lo hemos encontrado: es Jesús, el hijo de José, de Nazaret." 46 Natanael respondió: "¿Puede salir algo bueno de Nazaret?" Felipe contestó: "Vengan a ver". 47 Cuando Jesús ve a Natanael acercarse a él, dice de él: "Este es verdaderamente un israelita; no hay engaño en él." 48 Natanael le pregunta: "¿De dónde me conoces?" Jesús responde: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas bajo la higuera, te vi". 49 Natanael le dijo: "¡Rabí, tú eres el Hijo de Dios! Jesús dijo: "Os digo que os he visto bajo la higuera, y por eso creéis. Verás cosas aún más grandes. 51 Y añade: "Os aseguro que veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre". (Juan 1:43-51)

Es importante señalar que Natanael es un judío sin engaño, en definitiva un verdadero israelita, un hombre justo y creyente. Este hecho es sin duda la clave para entender el episodio de la higuera. Ser un judío sin engaño significa ser un judío que observa la Ley de Moisés.


Pero, ¿qué tiene que ver ser un buen judío con la higuera? La información sobre la higuera no es secundaria, por varias razones. En primer lugar, porque sabemos lo presente que está la higuera en las palabras de Jesús:

12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. 13 Al ver de lejos una higuera con hojas, fue a ver si encontraba algo en ella; pero cuando se acercó, sólo encontró hojas, pues no era época de higos. 14 Entonces dijo a la higuera: "¡Que nadie vuelva a comer de tu fruto!" Y sus discípulos le habían escuchado bien. (Mc 11,12-14)

En este famoso episodio, la higuera seca nos permite descifrar el tiempo presente. El árbol es el instrumento de discernimiento que nos permite comprender cómo actúa Dios a través de Jesucristo. Sin entrar en toda la exégesis de este pasaje, baste decir que aquí la higuera tiene una función profética.


Los frutos del árbol también nos permiten, en otro texto, emitir un juicio sobre el verdadero o falso profeta:

15 Cuídense de los falsos profetas que vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos voraces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Recogeréis uvas de los espinos, o higos de los cardos? 17 Todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol que se pudre da malos frutos (Mt 7,15-17).

En este pasaje, la higuera también se menciona en el contexto del discernimiento.


Además, en la tradición judía, la higuera también se asocia al estudio de las Sagradas Escrituras. Es notable que, cuando Felipe llama a Natanael, le explica que Jesús es el mismo de quien está escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas. Natanael, que es un agudo escudriñador de las escrituras, es por tanto capaz de reconocer y comprender que Jesús es el mesías, aquel al que apuntan todas las escrituras. Natanael se presenta aquí como un modelo de buen judío que se supone que reconoce que Jesús es aquel en quien convergen las escrituras.


Natanael es presentado como un judío justo, porque sabe leer e interpretar las Escrituras, de acuerdo con la verdad: la Ley de Moisés y los libros proféticos ya estaban preparando el advenimiento de Jesús. Por eso, "ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo", en palabras de San Jerónimo. Se nos pide que conozcamos cada vez más las Escrituras, que nos nutramos de ellas, pues también el hombre vive de toda palabra que sale de la boca de Dios.


Haber visto a Natanael bajo la higuera es, de hecho, trazar el itinerario de este hombre: anclado en la Ley de Moisés y en los Profetas, Natanael es capaz de reconocer que Jesús es el mesías esperado y anunciado en estos textos.


No sólo las antiguas escrituras hablan por adelantado de la venida del mesías, sino que esto será confirmado por una visión posterior, dice Jesús, en Jn 1,51: "veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre." En el libro del Génesis, los ángeles ascendían y descendían sobre Jacob, cuyo nombre se convertiría más tarde en Israel. Jacob es considerado el padre de Israel, ya que fue el padre de los doce hijos que dieron sus nombres a las doce tribus de Israel. Jesús sigue los pasos del patriarca Jacob-Israel. Al retomar y aplicar esta visión a Jesús, el evangelista quiere indicar que Jesús es realmente el mesías de Israel.


Pero la visión de los ángeles se formula en el futuro. Esto significa que el cumplimiento de los tiempos mesiánicos no ha hecho más que empezar y que aún no hemos llegado a su culminación. Jesús es, en efecto, un mesías para AHORA: "ven y mira", dice Felipe a Natanael. Pero esto se completará verdaderamente en un tiempo final que aún no ha llegado. Seguimos viviendo en la temporalidad del deseo, de la espera o de la vigilia.


Emanuelle Pastore

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